martes, 16 de noviembre de 2010

El circo de la imagen

Con la libertad que me permito afirmo y comparto : 

Los concursos solo permiten una malsana y propagandística manipulación del verdadero sentido de la creación fotográfica, convirtiendo a las obras en mercancías que solo fluyen a través del voto popular y viciado por subjetividades... mas no juzgadas bajo el criterio de la experiencia y su aportación en sentidos y significados iconográficos.

Por otra parte, el aliento a la participación en el arte de consagrar el tiempo dentro de  una imagen, es totalmente  aceptable, siempre y cuando  la motivación no sea representada  bajo la idea de  un pemio, ya sea  de orden  monetario, publicitario o solo por el reconocimiento;  es preciso el encaminar   el desarrollo de la fotografia bajo los criterios  que promueve la  lectura  de la obra  como  un "arte",  donde   el acto de obturar no sea  el de disparar a ciegas, donde  se  retomen los  elementos claves  como la composición, los encuadres,  el manejo y la danza de la luz sobre los objetos y los cuerpos,  los significados y sentidos que puedan surgir de ese instante en el que  tomamos  una parte del entorno para  nosotros y la admiración de muchos.

Lastimosamente  la postmodernidad  no ha permitido el retorno del sentido en el quehacer  humano, en cuanto a la fotografía es más desolador el panorama,  puesto que   esta  disciplina ha sido  vulnerada, manipulada y corroída por quienes asumen de  una manera ligera y pretenciosa el  acto creador,  pero que en manos insolentes ha sido más bien  un acto deformador, anarquista y  académica y personalmente destructor.

Podrían juzgarme, podrían ignorarme, pero en realidad son mis palabras las que acusan, las que  retoman  una causa por  la defensa del sentido  en la elaboración y composición de la imagen,  es  necesario  un criterio,  un criterio fuera de convencionalismos  personales  y afectos promulgados  que  vicien la relación del fotógrafo con su  obra,  es   imperativo el  ser nuestros propios críticos en el proceso de exposición publica de  las creaciones, que muchas veces  tocan los límites de lo insensato y lo absurdo por no decir  estúpido y pretencioso.

Que molesto se vuelve el ver como una disciplina se reduce a la manipulación y gajes del ahora, donde el sentido parece quedar obviado tras la idea del gusto popular y la aceptación como respuesta del séquito. 

La imagen debe apreciarse, leerse, transformar, denunciar, ser motivo de deleite y por ello admirada, no convertirse en una mercancía y mucho menos por un "premio" que resulte en la consolidación del ego.

Una vez más promulgo y promuevo la idea de la exposición más no la del concurso; esa instancia donde se pierde la perspectiva y se orienta la indiscriminada realización fotográfica que cubre el sentido con las mantas oscurecidas del gusto popular.


J a v i e r   R i c a r d o   O t e r o   C a d e n a

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